La enfermera se apresuró a atender al soldado herido que yacía en el campo de batalla. Con suavidad, limpió las heridas en su rostro y torso mientras él gemía de dolor. A medida que ella trabajaba, notó que había algo familiar en la expresión del soldado.

De repente, se dio cuenta de que era su novio, quien había desaparecido hacía meses tras unirse a las fuerzas armadas. Con lágrimas en los ojos, se inclinó y lo besó con ternura.

El soldado abrió los ojos y la reconoció, y su rostro se iluminó con una sonrisa cansada pero feliz. Los dos se abrazaron con fuerza, agradecidos de haberse encontrado en medio de la guerra.

A su alrededor, el caos del campo de batalla continuaba, pero en ese momento, nada más importaba para el soldado y la enfermera. Todo lo que querían era estar juntos y a salvo.